A todo el mundo le gusta ver contiendas electorales, mucho más si los candidatos, en vez de pelearse con palabras y argumentos, lo hacen con armas bélicas y magia, ?no creen?
—Vaya, vaya, vaya... Mira qué sorpresita nos dieron este a?o. Valió la pena venir, ?no crees, Valdomo? —dijo una bestia hiena, riéndose entre dientes, mirando fijamente a su compa?ero a su lado.
—Zizi, en todos mis a?os de espectador, ni un humano se había atrevido a tanto. ?Cuál será su plan, me pregunto yo? —le respondió una bestia oso sentado junto a ella, con un tono pensativo mientras observaba detenidamente a los contendientes.
—?Qué importa! ?Ja! Hunter la destripará, despellejará y colgará su piel como trofeo, no importa qué táctica use. Estoy más que segura —expresó la hiena, imitando el movimiento de un cuchillo sobre su propio cuello.
Les presento a la crema y nata de los combates electorales, los sabelotodo más sabelotodo de todo Lydenfrost. Cuentan los rumores que ambos se conocen desde cachorros, y con el tiempo desarrollaron una obsesión por los combates electorales, tanto así que, desde que se conocieron, no se han perdido ni uno solo. Y… si los tenemos a ellos, ?para qué escuchar al comentarista?
—El rey ya apareció por fin. ?Qué esperas, anciano?
Los conocerán mejor luego, por ahora el momento decisivo había llegado. Ambos, Hunter y Griezu, se miraban mutuamente a los ojos, sin soltar una sola palabra desde que Griezu reveló su verdadera forma. Lo único que llevaba puesto era una túnica y sandalias de color marrón.
Para garantizar que los combates sean uno a uno, se genera un campo de fuerza mágico que únicamente se desactiva una vez que cualquiera de los dos contendientes no pueda continuar. Como dato curioso, la barrera funciona como un amplificador de sonido, así los espectadores escuchan lo que los contendientes se dicen.
Cientos de bestias del público intentaron abrirse paso por esta para asesinar a la bruja; sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano.
—Tch… ?La pelea va a empezar cuando muera de vieja o qué? ?Peleen de una vez, quiero ver sangre! —se quejó Zizi, golpeando su jarra de cerveza vacía contra el graderío.
—Paciencia, querida amiga. El rey decide cuándo empiezan —dijo Valdomo de manera calmada.
—Grr… Eso ya lo sé. Mientras tanto, ve y tráeme otra cerveza, ?quieres? —le dijo la hiena, golpeando ligeramente los costados de su amigo oso con la jarra.
Sí, así es: el rey decide cuándo los contendientes pueden pelear. Para evitar que lancen ataques sorpresa, ambos están protegidos.
El rey debió haber dado ya la se?al, aunque… no se le veía tan animado como era de esperarse. Su cara se mantuvo seria mientras se acercaba al borde de la terraza de la arena para hablar. Su expresión se quebró ligeramente mientras alzaba su mano derecha sobre la cabeza.
—Decreto... —dijo el rey. Su voz se escuchó baja, temblorosa incluso. Una lágrima descendió por su peluda cara, y rápidamente su tono cambió a una voz seria y tétrica—. Decreto un duelo a muerte. Los seres humanos no son una raza en la cual se debe confiar. Rompieron su parte del trato al mandarla a ella; no tenemos por qué nosotros cumplir con la nuestra. Y Hunter... diviértete con ella.
Terminando la frase, bajó su brazo, se?alando al comentarista, indicándole que ya era hora de comenzar.
—Ya escuchaste a mi padre. Ya le había dicho que negociar con humanos era en vano. Tenía razón después de todo —dijo Hunter, mofándose—. A las plagas se les debe exterminar. Y cuando yo sea rey, tu raza no será nada más que historia.
—Y cuando yo sea reina, me aseguraré de que cada uno de ustedes tenga un destino peor que la muerte, malditas alima?as —respondió Griezu, apuntándole con su báculo—. Si he de morir aquí, moriré peleando por mi especie.
Los espectadores estaban listos. Pateaban al unísono las gradas de la arena; sonaban cual tambor de guerra, anunciando la llegada de un ejército listo para invadir.
—?Que el primer combate por el reino comience!
El público gritó con euforia, apoyando a Hunter a todo pulmón. Algunos bestias seguían golpeando la barrera incluso. Estaba claro que los humanos no tienen lugar ahí… o tal vez sí. Solo un cambio radical lo determinará, y eso es lo que Griezu intentará hacer.
—?Estás muerta, humana!
Al segundo… no, al instante en que el comentarista dio inicio al duelo, Hunter arremetió contra Griezu a toda velocidad, tan rápido que, en dos parpadeos, ya la tenía casi encima. Preparó sus garras, apuntándolas al cuello de la bruja para acabar con su vida rápidamente.
—?Erevisfelct Magna! —la bruja conjuró rápidamente un hechizo, haciendo girar su báculo con ambas manos, para al final clavarlo en el suelo de la arena. Frente al báculo, un gran espejo se formó.
Hunter se abalanzó directamente contra el espejo, intentando romperlo con sus garras, pero en vez de eso, fue absorbido por el espejo. Unos segundos después, salió por donde entró, atorándose al clavar sus garras por el impulso que llevaba.
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—??Ella usa magia bestia?! Pero ?cómo? Los humanos no toleran el flujo de maná por sus cuerpos —exclamó Valdomo, exaltado.
—Y yo qué voy a saber. Tú eres el experto en magia, Val. Si ni siquiera tú entiendes, yo menos —dijo Zizi, recostándose en su peludo amigo—. Estúpido príncipe, hasta yo sé que un hechizo espejo no se puede atacar físicamente.
—Ah… sí me acuerdo. Fue en una de tus misiones como cazarrecompensas, ?no?
—No sé de qué hablas. Eso nunca me pasó —dijo Zizi, riéndose sarcásticamente.
—Pero recuerdo que...
—?A callar! Shh... Ni una palabra más acerca de espejos, ?quieres? Además, me estoy perdiendo la...
Zizi detuvo su oración de golpe por lo que acababa de ver.
El público bestia se quedó atónito. El príncipe Hunter no podía sacar sus garras del suelo de la arena. Estaba prácticamente de espaldas contra Griezu, quien en cualquier momento podría liquidarlo con un hechizo.
—?Hunter, imbécil! ?Idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota! ?Saca las garras del suelo de una buena vez! —gritó la hiena, golpeándose la cara con su mano derecha.
—?Con que esto es lo mejor que los bestias pueden ofrecer? Patético —dijo Griezu, apuntando su báculo en dirección a Hunter—. Creí que serías más fuerte. En fin... ?Varneo Axima Improxilan!
En la punta del bastón de Griezu, una pirámide ígnea rotatoria se formó. Se podía ver cómo el maná del ambiente se impregnaba en Griezu para luego ser canalizado en el hechizo. En poco tiempo, ya estaba girando a máxima velocidad.
—?Caíste en la trampa, humana! Solo romperá el hechizo de la bruja esa con sus garras y...
—No…
—?Qué? ?Cómo que no? ?Es un ataque! Se ve como ataque, huele a ataque, tiene forma de ataque, gira como ataque. ?Es obvio que es un hechizo de ataque, genio!
—Y es por eso mismo que no es un ataque.
—Ya dime de cuál fumas, mejor así te acompa?o en el "viajecito" que andas ahorita.
—?No es eso, zopenca! Es un hechizo de ilusión. Oculta un hechizo dentro de otro, pero eso es algo que solo los más aptos pueden realizar. ?Cómo pudo esa humana llegar a tal nivel? Esto es malo para Hunter. Si llegara a disipar el de fuera… ?será afectado por el interno!
—Me vas a dar el nombre de lo que fumas, ?o qué?
—?Me estabas poniendo atención siquiera? Tch... Ya estás borracha, de seguro...
—……
—Bloe-blunip, ?contenta?
—Y es por eso por lo que seguimos siendo amigos, ?eh? —le dijo Zizi, dándole un golpe de camarada a Valdomo.
Con el hechizo listo, cargado y preparado, Griezu tiró del gatillo sin dilación. La pirámide ígnea se propulsó a toda velocidad a través de la arena en dirección a Hunter.
Hunter inmediatamente dejó de fingir. Se puso en guardia de nuevo, se dio media vuelta y, con sus garras, atacó el hechizo de Griezu.
—Te tomaste dos minutos en hacer esto. Qué patéti...
Hunter se burlaba del hechizo de Griezu, pero sus burlas fueron interrumpidas al disolver el hechizo externo y ser afectado por el interno.
Una onda de choque concentrada, camuflada dentro del hechizo piramidal, mandó volando al príncipe bestia al otro extremo de la arena, chocando de espaldas contra el muro del coliseo y quedando incrustado allí, gravemente herido.
El príncipe intentó zafarse como pudo, pero sus esfuerzos fueron en vano. Estaba atrapado, sin poder mover una sola extremidad.
—No iba a caer en tan burda trampa, príncipe bestia —dijo Griezu, seriamente—. Se acabaron los juegos.
Del interior de su túnica, con su mano izquierda, Griezu sacó el Arcanicón y arrancó la primera página. Esta fue atraída directamente a la punta del báculo y empezó a orbitar alrededor de este.
—Les mostraré a los bestias el verdadero potencial humano. ??HA!!
Griezu lanzó el Arcanicón por los aires con todas sus fuerzas y, con su báculo, disparó el hechizo contenido en aquella página.
El hechizo rompió la pasta del libro, dejando caer las miles de páginas como estelas de fuegos artificiales.
—Oye, cabeza de miel... hic ?Y eso qué fue? —dijo Zizi, entre el sue?o y la realidad, por tanto alcohol.
—Fue un encantamiento silencioso, borracha hedionda. Los antiguos usaban ese tipo de magia. Concentraban el flujo de maná en un objeto físico, con las propiedades del hechizo escritas en él —dijo el oso, sosteniéndose la cabeza con una mano—. Las escrituras son ambiguas, indescifrables. Nadie sabe qué dicen. Todas las muestras encontradas son totalmente diferentes unas de otras.
—Hunter le gana... hic ?Q-qué está hic haciendo la hic?
De repente, Griezu clavó su báculo de nuevo en la arena y, sosteniéndolo con ambas manos, hizo que el flujo de maná pasara por él. Inmediatamente, las hojas de papel dispersas en el aire comenzaron a orbitar a gran velocidad alrededor del báculo.
El viento causado por el enjambre de hojas de papel levantó mucho polvo y arena. La visibilidad era pobre, pero se alcanzaba a ver lo suficiente. Lo suficiente como para ver que Griezu tomó una hoja del enjambre; con solo tocarla, las inscripciones de la hoja brillaron con tonos ígneos en cada trazo de la escritura, tan fuerte que la página quedó hecha cenizas al completarse el encantamiento.
Las páginas empezaron a dejar una estela azul brillante detrás de donde pasaban. Griezu comenzó a manipularlas con los ojos cerrados, haciendo movimientos parecidos a las olas del mar con los brazos, reduciendo significativamente el radio de la órbita.
Griezu tomó su báculo con su mano derecha, lo sacó de la tierra —su gema brillaba de tanto maná imbuido— y apuntó hacia donde Hunter estaba incrustado en la pared.
—?Observen! ?Pueblo de alima?as! ?Esto es lo que pasa cuando se subestima el potencial de los humanos! —exclamó Griezu de manera dramática.
Todo el público gritaba el nombre de Hunter con voz desesperada, algunos incluso llorando. Al fin y al cabo, su campeón fue debilitado de un solo golpe. La hiena no podía estar de pie: sus piernas temblaban, su mirada estaba fija y su expresión perpleja… Es impresionante cómo su... Ah, no, solo está extremadamente ebria. En cambio, su compa?ero oso ni siquiera quería mirar...
?No tienen agallas acaso? ?No que querían ver sangre? ?No dijeron que iba a ser divertido, semejantes pechos fríos? Agh... Me hubiera quedado con el comentarista.
Griezu tomó un respiro hondo y apuntó hacia adelante con su báculo. Automáticamente, una hoja del Arcanicón se posó en la gema del báculo y, con un simple accionar del gatillo...
—Esto se acabó, Hunter.
En un patrón pentagonal, cinco estalagmitas fueron proyectadas a toda velocidad en dirección a Hunter, que en menos de dos segundos habían impactado al otro lado de la arena. Pero nadie podía ver nada por el polvo, ni siquiera la mismísima Griezu.
Los segundos se sintieron como horas. El público estaba en total silencio, y lo único que se escuchaba era el viento del enjambre de papeles de Griezu.
Segundos... segundos que fueron decisivos. Griezu estaba por bajar la guardia. Creía que Hunter estaba muerto... pero se dio cuenta de que estaba muy, muy equivocada, cuando aullidos de dolor y un difuminado brillo color esmeralda emergieron de entre el polvo.