home

search

Fuego Interno

  "...Y los impíos se escondieron en las sombras, temiendo el puro, brillante y sagrado fuego de nuestro Se?or. Sin embargo, varios demonios sacrificaron sus poderes para esconderse a plena vista, desafiando así a Dios Todopoderoso, a su Corte, a su Ejército y a su Servicio. ?Alzad la cruz y buscad a aquellos demonios que osan desafiar a Dios! ?Hacedlos arder y traed gloria a nuestro Dios!..." -Cantos de Victoria y Honor 7.31

  —?Javier! ?No mames güey, pásala a Carlos!— grita el coach Fernández desesperado—. ?A Carlos! ?No a pinches Ricardo!

  Cuando el mencionado Ricardo mete un gol, el coach sopla su silbato con furia. Suspiro y veo a los chicos nuevos caminar hacia el coach como perros que están a punto de ser rega?ados.

  —?Presten atención! —grita el coach poniéndose rojo—. ?Tienen que aprenderse bien a sus compa?eros, de lo contrario les regalarán el partido a sus oponentes! ?Acaso creen que el nombre en la camiseta es de adorno?

  —No, coach —susurran espantados.

  —?No los escuché!

  —?No, coach! —gritan entre lloriqueos.

  —?A chillar a los vestidores, órale! —grita el hombre lanzando su tabla al piso y pateando la tierra. Los demás chicos, o bueno, ni?os empiezan a caminar hacia las bancas intentando no llorar.

  —No le hagan caso —les digo con una sonrisa amable—. Ese viejo siempre ha sido y será un enojón —los ni?os me voltean a ver sorprendidos—. Aparte, él es el coach suplente.

  —?Granados! —grita el coach desde el otro lado del campo—. ?Qué chingados les estás diciendo a la carne fresca? —como respuesta me encojo de hombros y lo ignoro, haciendo que empiece a gritar más fuerte.

  —?Eres el coach Granados? —preguntan sorprendidos.

  —Así es, —respondo riendo un poco—. ?A poco creen que los dejarían con ese ogro gordo, arrugado y gru?ón de allá? —pregunto lanzándoles un gui?o que logra hacer reír a unos cuantos.

  —Mami dice que burlarse de los mayores no es bueno —susurra un peque?o delgado y de lentes.

  —Y tiene razón, pero yo soy su igual mientras tenga esto —les muestro mi credencial de entrenador—. Así que yo puedo hacerlo, pero no diré nada si ustedes se ríen.

  —?Cuándo va a regresar, entrenador? —pregunta otro chavito, largo y con dientes grandes—. Este entrenador nos da miedo.

  —Bueno, ustedes tienen suerte, respondo levantándome de la banca y pasándome la toalla que traigo colgada en el cuello por la frente sudada—. él era el único que había cuando yo entré a su edad.

  Los ni?os lanzan una expresión de susto y sorpresa, mirando al coach que no deja de mentar madres a todo lo que se mueve.

  —Regresaré en una semana, al menos —respondo arqueando una ceja al ver como el coach rompe su tercera tabla de la semana—. Estoy dejando que se cure un tatuaje que tengo, no se me vaya a infectar o algo con la tierra y demás.

  Los ni?os me miran espantados, luego sus caritas se iluminan y se arremolinan más cerca de mí si es posible.

  —?Podemos ver su tatuaje? —preguntan los ni?os curiosos.

  —Claro que sí, solo no lo toquen —respondo extendiendo el brazo derecho.

  —?Es una serpiente? —pregunta uno espantado.

  —Es un dragón chino —respondo riendo un poco.

  —?Es un delincuente? —pregunta el chico de los lentes—. Papá dice que los únicos que se hacen tatuajes son delincuentes.

  —No he hecho nada —respondo con firmeza—. Nada que puedan probar al menos.

  —?La espada para qué es? —pregunta un ni?o con el pelo a la Benito Juárez, raya a un lado y lamido perfectamente con gel a ambos lados.

  —Las espadas significan poder, honor, gloria, valor y fuerza —respondo alzando mi brazo, mirando con orgullo el dibujo—. Y el dragón es sabiduría y protección.

  —?Y las flores? —pregunta el mismo ni?o de lentes—. Papá dice que las flores son para ni?as y jotos.

  Nota mental, hablar con los padres de ese ni?o antes de que creen un macho tóxico.

  —Pues es como un premio o algo que proteger —respondo encogiéndome de hombros—. Además de belleza, flexibilidad, adaptabilidad y otras cosas, al menos para mí. Pero suficiente charla, sus padres ya deben estarlos esperando y aún no se han ba?ado, vayan ya, pronto.

  Uno a uno, los ni?os se empiezan a despedir y a meterse al edificio para ir a los vestidores infantiles.

  Suspiro y después de unos segundos, empiezo a bajar para meterme también, cuando sale mi equipo empujándose y golpeándose.

  —?Qué onda güey! —grita Héctor, el capitán del equipo—. ?No vas a entrenar o qué pedo?

  —Hoy no, güey —respondo intentando mantener la sonrisa a pesar del escalofrío que me recorre al verlos—. Aún no se me termina de curar el-

  —El pinche rayón todo culero que te hiciste, sí, sí —interrumpe León, nuestro portero—. Uy mírenme, soy álger y busco la atención de todo —los demás se ríen dándole palmadas en la espalda.

  Yo gru?o por lo bajo y empiezo a caminar lejos intentando pasar desapercibido, pero Héctor me vuelve a jalar al grupo, del brazo no tatuado afortunadamente.

  —?Qué onda? ?Vamos al nuevo club que encontramos? —pregunta con una sonrisa pícara.

  —No te hagas el inocente y dilo como es, —respondo zafándome de su agarre—. Prostíbulo.

  A case of literary theft: this tale is not rightfully on Amazon; if you see it, report the violation.

  —Bueno ?vamos al prostíbulo? —pregunta alargando la última palabra como burla.

  —No, gracias. A diferencia de ustedes, yo no necesito pagar par tener sexo —respondo ya enojado—. Ahora si me disculpan, tengo que irme.

  Se despiden entre gritos de "huevón" y silbidos, pero yo los ignoro, o al menos, intento hacerlo.

  Justo cuando entro al edificio, empiezo a sentir un dolor quemante en la boca del estómago que se va propagando poco a poco a los pulmones y el pecho.

  Me apoyo en una pared, sintiendo como el dolor crece.

  —Respira —me digo a mí mismo—. Profundo, profundo.

  Con cada respiración, el calor disminuye poco a poco, hasta que, por fin, puedo dejar de sudar y respirar.

  Me yergo lentamente, aún mareado y empiezo a caminar. Por alguna razón, hay un olor a quemado en el aire.

  Lentamente me acerco a mi casillero, aun sintiendo el ardor en el pecho. Me desvisto y pongo una de las toallas rentadas alrededor de mi cintura, tomo mi cajita de madera con mis cosas para ba?arme y me dirijo a las regaderas.

  Ya tiene rato que mi equipo de futbol me molesta, estar cerca de ellos es tener que aparentar ser algo que no soy y siempre se están burlando de mí.

  Que si los ojos verdes, dicen que son "verde caca". Que si el pelo café, quién me derramó el lodo encima. Que si en vez de quemarme como ellos me bronceo, que tengo más sangre de negro que de blanco, como si eso fuera importante. Y de solo acordarme de esa vez en el prostíbulo me dan ganas de-

  —?Agh! —doy un grito ahogado mientras me vuelvo a encorvar, apretando mi vientre. Caigo de rodillas al suelo y empiezo a temblar. De repente empieza a hacer demasiado calor, siento que estoy en llamas.

  Es tarde, debe haber poca gente en el club. Si pido ayuda-

  —Respira —un calor reconfortante me recorre la espalda, por alguna razón en vez de aumentar el ardor, lo disminuye—. Respira profundo, lento —la voz en mi cabeza es varonil, calmada, grave y algo rasposa.

  —?Quién eres? —pregunto entre jadeos—. ?Dónde estás?

  —Preguntas válidas, —responde la voz—. Cuyas respuestas tendrás después, cuando estés más tranquilo y con algo de ropa —responde con una risa calmada la voz—. Ahora, respira profundo y lento, enfríate.

  Hago caso y empiezo a concentrarme en inhalar y exhalar. Hay algo en esa voz me da seguridad, como si me hablara un viejo amigo o un familiar, pero estoy seguro que no es ni mi voz ni de la de nadie que yo conozca. Igual que antes, el calor se va bajando con cada respiración, hasta que es posible levantarme.

  De nuevo estoy mareado, todo a mi alrededor da vueltas y está algo borroso. Estoy tan ba?ado en sudor, que la toalla enredada en mi cintura ya está húmeda.

  Me tambaleo hacia la regadera más cercana.

  Enfriarme, la voz dijo que necesito enfriarme. Para eso necesito agua fría ?no?

  Abro la perilla del agua y sin pensarlo mucho me meto de un salto. Siento el agua en mi piel, haciendo que el ardor desaparezca de forma casi inmediata, pero se escucha un siseo, como el de agua cayendo sobre algo muy caliente y de repente, empieza a haber vapor por todos lados.

  —Poco pensado, poco discreto pero efectivo —ríe la voz en mi cabeza—. Bien hecho, chico ?Cómo te sientes?

  —Eh... —miro alrededor, nadie está cerca, o eso parece—. B-B-Bien, supongo.

  —?Joven! —escucho a uno de los intendentes del club llamarme entre el vapor—. ?Todo bien? Huele a quemado y luego el vapor-

  —T-Todo bien —respondo buscando mi cajita de ba?o—. ?Por?

  En eso, entra el muchacho con mi cajita en la mano, dos de los lados están chamuscados.

  —Escuchamos que se cayó y vinimos tan pronto pudimos ?está bien?—mira alrededor extra?ado y me entrega la cajita—. ?Alguien dejó abierto el vapor?

  —Dile que sí, pero ya la cerraste.

  —Sí, pero ya lo cerré —respondo casi de inmediato—. Ehm... ?puede dejarme...?

  —?Oh claro! —responde el chico ruborizándose—. Lo lamento.

  —Y ?Puede traerme otra toalla? Es que... con el resbalón y eso, creo que se mojó.

  —Una disculpa, pensé que había-

  —Debió ser alguien que salió o algo así —respondo dándole una sonrisa amigable—. No es tu culpa.

  —Bueno, regreso con otra toalla, disfrute su ba?o se?or.— con una leve inclinación de cabeza, el chico desaparece por la puerta de las regaderas.

  Suspiro de alivio y empiezo a enjabonarme, el agua volviéndose cada vez más fría, hasta que por fin, abro el agua caliente para templarla un poco.

  —?Qué me está pasando?— pregunto en voz baja mientras me lavo suavemente el tatuaje. —?Quién eres?

  —Nadie de quien debas preocuparte.— responde la voz con tranquilidad. —Soy tu aliado y estoy aquí para protegerte y guiarte. No hables, alguien viene.

  —Aquí está su toalla joven.— comenta uno de los intendentes más viejos. —Y un refresco por el resbalón que se dio, mil disculpas, yo mismo verifiqué que no estuviera mojado y-

  —No hay problema se?or, gracias.— respondo con una sonrisa, tomando la toalla y colgándola en el ganchito de afuera de la regadera y el refresco.

  —Con permiso.

  Dejo el jabón en mi cabello mientras me termino de tallar el cuerpo y suspiro cuando me empiezo a quitar el resto del jabón.

  Me seco lentamente y me enredo la toalla en la cintura antes de salir al pasillo de los casilleros. Apenas hay gente, pues ya han de ser las 8 o 9 de la noche.

  —Antes de ese ataque de nervios estabas pensando en el prostíbulo,— empieza la voz cuando por fin estoy sentado en la banca, abriendo el candado de mi casillero. —?Pasó algo?

  —Nada de lo que quiera hablar.— respondo con un gru?ido.

  —El ignorar algo, solo le da poder sobre ti.— responde con firmeza. —Si sigues ignorando ese evento, no lograrás nada e incluso, le darás armas a tu oponente para desbordar tus poderes y descontrolarlos y-

  —No es algo que quiera decir en voz alta en un lugar como este.— gru?o entre dientes. —Hagamos un trato, tú me dices quién eres y yo te digo qué ocurrió ?de acuerdo?

  —Un acuerdo justo.— responde la voz. —Te recomiendo evites el estrés o cualquier cosa que te altere de sobremanera.

  —Eso intento, pero la vida me pone cada cosa en frente.— respondo tomando mis cosas y cerrando el casillero.

  —Es cierto que la vida nos pone pruebas, pero es tu responsabilidad-

  —El mantener la cabeza fría cuando algo así te pase, lo sé.— rezongo caminando fuera del vestidor. —?Pero qué crees? Aún no perfecciono el ser uno con el Universo y despegarme de los banales sentimientos que-

  —?Que pedo mi enlodado!— grita Héctor con una sonrisa. —?De la que te perdiste! ?Este a?o vamos con todo!

  —Además,— le sigue León con una sonrisa de superioridad. —El coach dijo que por huevón y malandro te va a sacar del equipo.

  —?Qué?— pregunto genuinamente espantado. —?No es justo! Le avisé y-

  —Dijo que se vería mal un güey con un rayón de mala muerte entre nosotros, que un poco más y nos veríamos de Tepito.— responde Hugo, uno de los delanteros entre risitas.

  —Y que con una semana y media de asueto tenía todo derecho a sacarte.— termina Héctor. —Cambiamos tácticas, jugadas, lugares y demás.

  —Me pueden dar todo eso cuando regrese.— respondo intentando respirar hondo, de nuevo empiezo a sentir ese ardor en mi cuerpo.

  —?Mírenlo! El maricón va a llorar.— grita León se?alándome y acercándose. —No llore nene, a lo mejor con una mamada el coach te deja entrar.

  Las risas, los dedos se?alándome, la humillación...

  Solo doy la vuelta y empiezo a bajar las escaleras que dan al lobby, me despido de algunos profesores amigos míos y salgo al estacionamiento.

  El calor me está invadiendo la garganta y la boca, es como cuando tomas una cucharada de sopa recién hervida y toda tu boca arde y sientes ganas de escupir la sopa.

  Sé que no puedo tragarla, pero tampoco quiero descubrir qué pasaría si la escupo.

  —Güey,— la voz de León resuena en mi cabeza. —Ya estás grandecito, ya te toca.

  —Güey, estoy bien así, ya me voy

  —?Qué? ?Eres puto o qué pedo?

  —No necesito contestar eso, suéltame o te prometo que-

  —?Basta!— grita la voz en mi cabeza. —?Escupe ni?o, escupe!

  Miro a mi alrededor, revisando que nadie pueda verme.

  Inhalo profundo.

  —De aquí no vas a salir sin coger, cabrón.

  Más profundo.

  —?Quieres apostarlo?

  El aire ya no me cabe en los pulmones.

  Y grito.

  Pero en vez de sacar un grito enojado, desesperado y violento, saco una llamarada de fuego, larga, tan ancha como mi boca.

  ___________________________________

  ?Hola a todos! Este es mi primer escrito original (bueno, no el primero, pero sí el primero que debo terminar sí o sí) Espero les guste.

  Si gustan apoyarme, tengo un ko-fi (ko-fi.com/raffsenter) y un patreon (patreon.com/raffs) para que así, poco a poco, pueda dedicarme de lleno a escribir y hacer lo que más me apasiona (aparte de otros proyectitos ;D)

  ?Gracias por leer!

Recommended Popular Novels