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Capítulo 7 Enfrentamientos

  El ambiente estaba cargado de energía. Los estudiantes se agolpaban alrededor de la plataforma de combate, empujándose para conseguir un buen lugar desde donde observar. Gritos, aplausos y un murmullo constante llenaban el aire, mientras la emoción crecía con cada segundo que pasaba.

  Isein tomó el micrófono, su voz clara y vibrante resonó por todo el campo.

  —?Bien! ?Ha llegado el momento que todos estaban esperando!

  La multitud estalló en vítores.

  —Los enfrentamientos están organizados según el nivel de cada participante. Como se explicó antes, los rangos altos no usarán sus Reikens. Solo llevarán espadas comunes y un traje especial que les permitirá resistir los ataques. Las reglas son simples: un participante será eliminado si se rinde, queda inconsciente, no puede continuar o es expulsado de la plataforma.

  Mientras hablaba, el entusiasmo crecía como una ola.

  —Y como en la prueba anterior, el encargado de arbitrar estos duelos será nada menos que el maestro Kaishin.

  Pero al nombrarlo, la escena dio un giro inesperado.

  Kaishin se acercó a grandes zancadas, su ce?o fruncido y el aura azulada que lo rodeaba provocaron que más de un estudiante diera un paso atrás. Sin pensarlo dos veces, sujetó a Isein por el cuello de la camisa, levantándolo levemente del suelo.

  —??Otra vez yo?! —rugió, los ojos encendidos por la furia—. ?Se suponía que solo iba a arbitrar una prueba!

  Isein tragó saliva, sudando frío mientras trataba de mantener la compostura.

  —L-lo siento, maestro Kaishin… fue idea de… Kuro.

  El rostro de Kaishin se endureció aún más. Sus ojos brillaron con una mezcla peligrosa de ira y promesa.

  —Kuro... —murmuró, apretando los pu?os hasta que sus nudillos se tornaron blancos—. Cuando lo encuentre, lo mataré.

  El silencio se hizo por un breve instante, pero Kaishin suspiró con resignación y bajó lentamente a Isein.

  —Bah. Ya que no tengo escapatoria… ?empecemos con las malditas batallas!

  Isein bajó al suelo tambaleándose, pero se repuso de inmediato y alzó el micrófono con renovado entusiasmo.

  —?Así se habla, maestro Kaishin! —exclamó, antes de dirigirse al público—. ?El primer enfrentamiento será entre el aspirante a Centinela Hiro Shen… y uno de los cuatro Jotas de Arkanum, el estudiante de cuarto a?o, Blaike ōyamaneko!

  Un rugido de emoción recorrió a los estudiantes.

  Ambos combatientes caminaron hacia la plataforma. Blaike lo hizo con paso relajado, una sonrisa amplia en el rostro. Se acomodó su largo cabello rojo detrás de las orejas y lanzó una mirada divertida a su oponente. Era como si no se tomara en serio el combate... o como si simplemente disfrutara del peligro.

  —Vaya, esto será divertido —dijo mientras ajustaba los guantes de su traje—. Espero que me hagas sudar un poco, muchacho.

  Hiro, en cambio, avanzaba con rigidez. Aunque intentaba disimularlo, sus manos temblaban levemente. Respiraba profundo, una y otra vez, como si con cada bocanada tratara de aplacar el miedo. Sabía que enfrentarse a un Jota era casi como escalar una monta?a con los pies descalzos.

  —S-sí… haré lo mejor que pueda —dijo, y aunque su voz tembló, sus ojos mostraban decisión.

  Kaishin se posicionó en el centro de la plataforma con la autoridad de un muro impenetrable. Levantó una mano, esperando a que ambos se prepararan.

  —Tomen sus posiciones.

  Los combatientes asintieron. Se colocaron frente a frente. El silencio que se hizo fue tan pesado como una losa.

  Entonces, el maestro bajó la mano de golpe.

  —?Comiencen!

  Hiro no perdió un segundo. Con un movimiento fluido, invocó su Reiken. El aire a su alrededor vibró, cargado de una energía azulada que empezó a envolverlo por completo.

  —?Ven a mí, Reiken del Tiburón! —gritó.

  En un instante, el arma apareció en su mano, junto con un traje de combate azul que se ajustó a su cuerpo. Placas de armadura ligera protegían puntos vitales, mientras su aura aumentaba con intensidad. Sus ojos brillaban con determinación.

  Sin esperar órdenes, se lanzó al ataque. Sus movimientos eran rápidos, precisos y con la fuerza de quien no piensa retroceder. El Reiken del Tiburón resplandecía con un fulgor azulado mientras Hiro avanzaba, decidido a conectar el primer golpe.

  Blaike lo esperaba, tranquilo. Su sonrisa no se había borrado en ningún momento, y sus ojos seguían cada paso de Hiro con una mezcla de curiosidad y diversión.

  —Vaya, viene directo... —pensó, esquivando con elegancia los ataques de Hiro—. Tiene velocidad, pero le falta estrategia.

  Hiro gru?ó con frustración. Cada golpe que lanzaba era esquivado con una fluidez desconcertante. Blaike no solo evitaba sus ataques: parecía estar jugando, como si conociera todos sus movimientos antes de que ocurrieran.

  —??Cómo puede moverse así sin usar su Reiken?! —pensó Hiro, con el corazón latiendo con fuerza—. ?Pero no puedo detenerme ahora!

  Retrocedió rápidamente, tomando distancia. Inspiró hondo, y su energía aumentó, arremolinándose a su alrededor. El aura azul se intensificó, pulsando como si tuviera vida propia.

  —?Shark Fangs! —exclamó, extendiendo su brazo hacia adelante.

  Su Reiken se transformó en una serie de afiladas proyecciones de energía que se dispararon como mandíbulas abiertas de un tiburón. Las fauces de energía se dirigieron a Blaike a una velocidad letal.

  Esta vez, el Jota entrecerró los ojos, sorprendido.

  —?Ah! No esperaba ese ataque tan pronto... lo subestimé un poco —admitió mentalmente mientras comenzaba a moverse.

  Con una agilidad casi sobrehumana, Blaike se deslizó entre las proyecciones de energía. Sus movimientos eran tan suaves y precisos que parecían coreografiados. Giraba, esquivaba, avanzaba entre las fauces con la gracia de un bailarín... y entonces, atacó.

  Se lanzó hacia Hiro con una velocidad que apenas dejaba rastro. El aire pareció rasgarse a su paso.

  —?Maldición, es demasiado rápido! —pensó Hiro, con los ojos abiertos de par en par—. ?No podré esquivarlo!

  Antes de que pudiera reaccionar, sintió el impacto.

  El golpe fue certero. La espada de Blaike se deslizó contra la armadura del joven, haciéndolo retroceder varios pasos. Aunque el traje de combate lo protegió del corte, el dolor era real, punzante.

  Blaike se detuvo, sonriendo mientras lo observaba.

  —Lograste esquivarme... por poco. ?Cuál es tu nombre? —preguntó con un tono relajado, pero no despectivo.

  Hiro respiraba con dificultad. Apretó los dientes, pero no desvió la mirada.

  —Mi… mi nombre es Hiro. Y no pienso rendirme.

  Había un temblor en su voz, pero también una chispa de fuego en sus ojos.

  Blaike asintió, impresionado.

  —Tienes coraje, Hiro. Eso es admirable —respondió mientras giraba su espada—. Pero esto termina ahora.

  En un abrir y cerrar de ojos, volvió a atacar. Esta vez, su velocidad se duplicó. Cada movimiento era una mezcla de precisión, fuerza y experiencia. Hiro trató de defenderse, bloqueando como podía, pero cada choque lo dejaba más agotado. Blaike era una tormenta imparable.

  Y finalmente, la apertura llegó.

  Con un giro veloz, Blaike conectó un golpe directo al costado de Hiro. El joven cayó de rodillas, jadeando. Intentó levantarse, pero sus músculos ya no respondían.

  Blaike se detuvo frente a él. Colocó la punta de su espada cerca del cuello del muchacho, sin necesidad de presionarla.

  —Ya es suficiente —dijo con firmeza—. ?Te rindes?

  Hiro bajó la mirada. Lágrimas de impotencia se asomaban en sus ojos. Le dolía el cuerpo, pero más le dolía el orgullo.

  —Me... me rindo —susurró.

  Kaishin levantó la mano con autoridad.

  —?El ganador es Blaike ōyamaneko!

  La multitud estalló en aplausos y gritos de emoción. Blaike guardó su espada y extendió la mano hacia Hiro.

  —Fue una buena batalla. Tienes potencial, Hiro. Solo te falta experiencia. Sigue entrenando, y quizá algún día llegues a ser un gran Centinela.

  Stolen novel; please report.

  Hiro, aunque derrotado, aceptó la mano de Blaike y se puso de pie, tambaleante.

  —Gracias... lo haré.

  La energía en la arena no había disminuido ni un poco tras el intenso combate anterior. Si acaso, se había multiplicado. El público seguía de pie, vitoreando, esperando con ansias el siguiente duelo. Isein, con el micrófono en mano y su voz resonando con fuerza, no tardó en continuar.

  —Bien, ya tuvimos el primer resultado, y mientras el postulante Hiro es atendido por los paramédicos, daremos inicio inmediato a la siguiente batalla.

  Los estudiantes estallaron en vítores y aplausos.

  —La próxima batalla será entre el postulante Kimura Kino… ?y uno de nuestros Cuatro Jotas, Kaiyō Shirokuma!

  La emoción se encendió aún más.

  Ambos combatientes subieron a la plataforma de combate. Kimura respiraba con fuerza. Sus pasos eran firmes, pero su tensión era evidente. Miró a su oponente con ojos determinados, intentando calmar la tormenta de nervios en su interior.

  —He llegado muy lejos... No puedo permitirme perder —pensó, ajustando el agarre de su empu?adura vacía.

  Del otro lado, Kaiyō subía con su usual sonrisa tranquila y una postura relajada. Su forma de caminar transmitía una confianza que no parecía arrogante, sino natural. Sus ojos transmitían serenidad, como si todo fuera parte de una rutina más.

  —Tranquilo, no estés nervioso —le dijo, con tono amable—. Solo da lo mejor de ti.

  Kimura asintió, con una sonrisa forzada.

  —Oo… sí —murmuró, tratando de parecer más seguro de lo que realmente estaba.

  Ambos se colocaron en sus posiciones. El maestro Kaishin levantó la mano, observando a ambos con la seriedad habitual.

  —Bien... empecemos con esto —dijo, y bajó la mano con decisión—. ?Comiencen!

  Kimura, lleno de resolución, alzó su mano para invocar su Reiken.

  —?Ven a mí, Reiken del Cie—!

  Pero no pudo terminar.

  En un parpadeo, Kaiyō desapareció de su posición y apareció justo frente a él. Un destello de acero cortó el aire. La espada de Kaiyō atravesó el torso de Kimura con una precisión milimétrica. Todo ocurrió tan rápido que muchos ni siquiera lo vieron.

  —Lo siento —susurró Kaiyō con serenidad, mientras retiraba la espada—, pero no puedo darme el lujo de perder esta batalla.

  Kimura soltó el aire con un jadeo, cayendo al suelo. No tuvo tiempo de comprender lo que había ocurrido. Su cuerpo colapsó en la plataforma, derrotado antes de que su Reiken se manifestara.

  Un silencio helado cubrió la arena. La multitud, que minutos antes no dejaba de gritar, estaba ahora en shock.

  —??Qué fue eso?! —murmuraron algunos estudiantes, boquiabiertos—. ?Ni siquiera le dio tiempo de invocar su Reiken!

  —Sabíamos que Kaiyō era fuerte... ?pero esto fue brutal!

  Kaishin, imperturbable, alzó la mano para declarar el resultado.

  —El combate ha terminado. El ganador es Kaiyō Shirokuma.

  Los murmullos crecieron como una ola. Aplausos tímidos comenzaron a brotar entre los espectadores, mezclados con expresiones de asombro y confusión.

  Isein observaba desde su posición, cruzado de brazos, mientras los paramédicos corrían hacia Kimura.

  —Tú y Blaike son casos perdidos... —murmuró con una sonrisa irónica—. Pero tranquilo, ya lo están atendiendo.

  Kaiyō bajó de la plataforma con la misma calma con la que había subido. Sonrió despreocupadamente y se encogió de hombros.

  —Tú hubieras hecho lo mismo, ?cierto, Isein?

  —Claro —respondió el Jota, girando ligeramente hacia él—. Pero yo al menos lo habría dejado inconsciente... no lo hubiera atravesado como si fuera un malvavisco en una fogata de campamento.

  Kaiyō soltó una suave risa.

  —Supongo que me dejé llevar. Bueno, nos vemos luego.

  Y sin más, se alejó tranquilamente entre la multitud, como si no acabara de ganar una batalla en un segundo.

  Isein giró de nuevo hacia el micrófono, mientras el murmullo de la multitud aún flotaba en el aire como un eco de incredulidad.

  —Bueno, ya tenemos el segundo resultado. Mientras atienden las heridas del postulante Kimura, daremos inicio inmediato a la siguiente batalla.

  El rugido del público no se hizo esperar. Los aplausos y gritos inundaron el aire, rebotando contra las paredes del coliseo.

  —La próxima batalla será entre la postulante Hino Tora… ?y nuestra hermosa Reina, Remy Hyō!

  Los vítores se intensificaron, sobre todo entre los estudiantes varones.

  —?Remy, te amamos! —gritaron varios desde las gradas, con entusiasmo desenfrenado.

  Remy saludó con elegancia, su habitual sonrisa encantadora deslumbrando a sus admiradores.

  —?Muchas gracias! —respondió, coqueta, antes de girarse hacia su oponente.

  Hino se acercaba con pasos contenidos. La cantidad de gritos dirigidos a Remy la ponía algo nerviosa. Bajó un poco la mirada y murmuró:

  —Vaya… tienes muchos admiradores.

  Remy soltó una risita suave, pero luego su expresión se tornó más seria. La miró con atención, con una chispa de respeto en los ojos.

  —Sí, es cierto —respondió—. Pero no deberías dejar que eso te distraiga. Has demostrado tu valía en esta academia, y te respeto por eso. Solo recuerda… no voy a contenerme.

  Hino sintió cómo esas palabras le inyectaban nueva determinación. Apretó los pu?os, con la mirada encendida.

  —No esperaba que lo hicieras… porque yo tampoco lo haré.

  Ambas se posicionaron en la plataforma, listas para el combate.

  El maestro Kaishin alzó el brazo, imperturbable como siempre.

  —Espero una batalla limpia.

  Sin demora, bajó la mano con firmeza.

  —?Comiencen!

  En un estallido de energía, Hino invocó su Reiken. Un resplandor rojo la envolvió mientras un poderoso traje de combate cubría su cuerpo. El aura del Tigre crepitaba a su alrededor, ondulando como llamas.

  —?Ven a mí, Reiken del Tigre! —gritó, con un rugido que se mezcló con la ovación del público.

  Remy sonrió con genuina admiración, adoptando una postura relajada pero lista para el combate. Su espada brillaba con un tenue reflejo plateado bajo la luz de la arena.

  —Así que ese es el famoso Reiken del Tigre… impresionante —dijo—. Pero no te contengas. Quiero ver todo tu poder.

  —?Aquí voy, Remy! —exclamó Hino, lanzándose hacia adelante a una velocidad feroz.

  El impacto fue directo, pero Remy no se apartó. Recibió el embate de frente, retrocediendo unos pasos, pero sin perder el equilibrio.

  —Nada mal… —comentó, su sonrisa apenas visible—. Pero sé que puedes hacerlo mejor.

  Con velocidad repentina, Remy contraatacó con un tajo rápido. Hino reaccionó por instinto y esquivó por apenas unos centímetros.

  Jadeando, Hino se alejó unos pasos, con el ce?o fruncido.

  —?Cómo pudo resistir una embestida así… sin siquiera usar su Reiken? —pensó, inquieta.

  Remy percibió su duda y habló con un tono más firme.

  —Vamos, Hino. ?No dijimos que daríamos lo mejor? No pierdas esa llama.

  Hino asintió, recuperando el foco.

  —Prepárate, Remy. Esta vez no me detendré.

  —?Tiger Onslaught! —gritó, impulsándose con un bramido feroz. El suelo tembló bajo sus pies mientras se lanzaba con toda su fuerza.

  Remy, ágil como un reflejo en el agua, desvió el ataque con su espada. Hino pasó de largo, cayendo de rodillas tras un mal aterrizaje.

  —Maldición… —masculló, reincorporándose con esfuerzo.

  Remy no perdió el ritmo. Se adelantó con una velocidad casi imposible de seguir. Hino levantó su brazo justo a tiempo, bloqueando el ataque con su Reiken.

  —?No creí que reaccionarías tan rápido! —exclamó Remy, impresionada.

  —No me subestimes, Remy —gru?ó Hino, empujándola con fuerza.

  Ambas se lanzaron de nuevo al choque, cruzando golpes en una danza vertiginosa. Sus movimientos eran precisos, veloces, medidos. Cada colisión resonaba con poder, provocando gritos emocionados del público.

  Hino jadeaba, el sudor corriendo por su frente. Pero en medio del intercambio, notó algo: un patrón en los pasos de Remy, una ligera demora en sus fintas.

  —Es increíble… —pensó—. ?Cómo puede ser tan rápida sin usar su Reiken? Pero… hay una abertura…

  Con determinación renovada, rugió una vez más.

  —?Tiger Onslaught!

  Se lanzó con toda su velocidad, su aura rugiendo como una bestia. Pero Remy, con una gracia casi irreal, dio un salto alto y giró en el aire.

  —Es inútil —dijo con calma, suspendida por un instante en el aire. Luego se impulsó con fuerza desde el techo, lanzándose directamente hacia Hino.

  Hino intentó reaccionar, pero fue demasiado tarde.

  El golpe fue certero. Ambas cayeron al suelo envueltas en una nube de polvo, pero cuando esta se disipó, solo una figura seguía en pie.

  —Parece que… yo gané —dijo Remy, respirando con suavidad, de pie junto a Hino.

  La otra luchadora yacía en el suelo, intentando levantarse, pero su cuerpo ya no respondía.

  —Mmm… me rindo… —murmuró Hino, con una sonrisa cansada.

  El maestro Kaishin, con la mano en alto, declaró el final del combate:

  —Hino se ha rendido. ?La ganadora es Remy Hyō!

  El coliseo estalló en vítores. Los gritos de euforia y aplausos resonaban con fuerza, especialmente entre los estudiantes varones.

  —?Eres la mejor, Remy! ?Sabíamos que ganarías! —gritaron algunos con entusiasmo.

  Remy saludó con su habitual elegancia, dedicando una sonrisa encantadora a todos los presentes.

  —Gracias por todo su apoyo —dijo con humildad, aunque su brillo natural no pasaba desapercibido.

  Hino, tambaleándose visiblemente, logró ponerse de pie. Caminó lentamente hacia su oponente, aún aturdida.

  —Estuviste increíble, Remy... —murmuró con esfuerzo.

  Remy se acercó a ella, tomándola del brazo con suavidad.

  —Tú también, Hino. Me diste una verdadera pelea —respondió con sinceridad, mirándola con admiración.

  Hino intentó sonreír, pero antes de poder decir algo más, sus piernas cedieron. Se desmayó en los brazos de Remy, que la sostuvo con rapidez.

  —?Necesitamos una camilla! ?Rápido! —ordenó Remy, sin perder la calma.

  Los paramédicos aparecieron enseguida, corriendo hacia la plataforma. Uno de ellos examinó a Hino mientras la colocaban con cuidado sobre la camilla.

  —Es increíble que haya soportado un impacto así... —comentó uno de ellos—. Pero claro, no fue un golpe cualquiera. Estamos hablando de la Reina de Arkanum.

  Remy los siguió con mirada preocupada.

  —?Estará bien? —preguntó con seriedad, su tono mucho más cálido que el de una simple competidora.

  —Sí, no se preocupe, se?orita Remy —respondió uno de los paramédicos—. Solo está inconsciente por el esfuerzo. La llevaremos a la enfermería para que se recupere.

  Remy asintió, aliviada.

  —Gracias. Por favor, cuiden de ella —dijo con dulzura.

  Los paramédicos se sonrojaron levemente ante su amabilidad.

  —Es un ángel... —susurró uno de ellos, mientras caminaban hacia la salida.

  En ese momento, Sukasa llegó corriendo con el rostro lleno de preocupación.

  —?Hino! ??Estás bien!? —exclamó, al ver a su amiga inconsciente en la camilla.

  Uno de los paramédicos la calmó con voz firme pero amable.

  —Tranquila. Solo está inconsciente. Pronto estará en la enfermería, y se pondrá bien.

  Remy se acercó y le puso una mano en el hombro.

  —Tranquilízate, Sukasa. Está en buenas manos —dijo, mirando la camilla con atención—. Yo me quedaré con ella.

  Sukasa respiró con alivio, aunque la tensión no desapareció del todo.

  —Espero que no sea nada grave... —murmuró, con los ojos puestos en Hino.

  Remy le ofreció una sonrisa reconfortante.

  —No te preocupes. Yo no me separaré de ella. Ahora deberías concentrarte en tu batalla —a?adió con suavidad.

  Sukasa abrió los ojos, recordando de golpe su propia situación.

  —?Cierto! —exclamó, nerviosa—. Pero...

  Remy negó con la cabeza, sin perder la compostura.

  —Confía en mí. Cuida tu mente y tu cuerpo. Es tu turno de brillar, Sukasa. ?Esfuérzate!

  Mientras los paramédicos se alejaban, Remy los siguió con la mirada, pero sus palabras quedaron grabadas en Sukasa.

  Ella apretó los pu?os y respiró profundo, tratando de calmar sus nervios.

  —No debo dejar que esto me distraiga... tengo que concentrarme si quiero ganar. Pero el problema es...

  Su mirada se desvió lentamente hacia el otro extremo de la plataforma. Sus ojos se encontraron con los de Kuro, que la observaba con una expresión despreocupada, como si todo lo que ocurría fuera un simple espectáculo.

  —…No sé si me tocará Igurū… o… él.

  El corazón de Sukasa latía con fuerza. Y no era solo por los nervios.

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