El caos se desató cuando los monstruos comenzaron a dividirse. No solo eso, sus formas empezaron a cambiar de manera inquietante.
A medida que crecían, las criaturas se alargaban, sus cuerpos delgados y retorcidos adquirían un aspecto casi espectral. Las bocas, cada vez más amplias, se llenaban de colmillos afilados como dagas, listos para desgarrar cualquier cosa que se acercara; de sus antebrazos crecían protuberancias afiladas que les daba un aspecto amenazante.
El aura negra que las rodeaba se volvió más densa y ominosa, intensificando su presencia siniestra. Era tal la densidad de esa oscuridad que los disparos de plasma de la nave comenzaron a rebotar ineficazmente, como si un escudo invisible protegiera a los monstruos.
Aquellos que se encontraban en la batalla, incrédulos, comenzaron a comprender que la situación era mucho más grave de lo que habían imaginado al inicio. Lo que fueron decenas ahora eran cientos apoderándose del suelo lentamente con su división.
En medio de eso, el extra?o de cabello blanco aprovechó La metamorfosis de las criaturas. Con un fuerte impulso de sus poderes, se elevó en el aire, tomando una posición estratégica cerca de los que permanecían fuera del alcance de las criaturas.
—Parece que estamos en serios problemas —comentó con un tono de broma, como si la gravedad del momento fuera un mero juego.
Rías y el Dr. Richards se volvieron hacia él, confundidos. No entendieron lo que había dicho, así que, en un instante, la chica pelirroja lanzó su hechizo hacia su pecho para poder comunicarse con él. El extra?o, consciente de su acción, no le dio importancia; no lo consideró peligroso.
Siguió hablando, como si el caos a su alrededor fuera solo un telón de fondo.
—?Me gustaría hacer varias preguntas, pero viendo cómo esas cosas, sean lo que sean, se están volviendo más fuertes, pienso que no es el momento! —dijo con un tono relajado, casi irónico.
Los dos lo miraron, sus expresiones reflejaban un claro “oh, en serio, no nos habíamos dado cuenta”. él les devolvió la mirada con una sonrisa confiada, como si su despreocupación fuera un escudo contra el terror que los rodeaba.
—?Me llamo Dante, un placer! —se presentó de manera casual—. ?Tienen algún plan? Porque cortarlos con mi espada no está funcionando como debería. Y no creo que eso dure mucho más.
Mientras hablaba, se?alaba con la cabeza hacia el suelo, donde las criaturas de aura negra se retorcían, dividiéndose nuevamente en formas aún más grotescas, duplicando sus números nuevamente.
Reed, con la mente centrada en la estrategia, le respondió de forma directa:
—?Nuestro plan es ganar el tiempo suficiente para que ellos se recuperen! —levantó su mirada hacia los dos hombres caídos—. Estoy seguro de que mejorarán nuestras posibilidades de salir de aquí con vida.
Dante siguió su mirada, observando a la chica que había salvado hace unos momentos. Ella brillaba con un halo dorado mientras trataba de usar su poder para curar a los hombres frente a ella.
—?Ganar tiempo, eh! ?Acaso tienen algún as bajo la manga? —Dante miró a su alrededor, notando la desesperación en los rostros de Rías y Reed—. ?Qué les ocurrió exactamente?
—La gravedad nos golpeó sin previo aviso —respondió Reed, recargando su arma—. Ellos casi mueren al estar bajo ella.
Dante asintió, comprendiendo la situación. Imaginó que, al igual que él, habían aparecido de repente y casi habían sido aplastados. Si ellos eran los más fuertes, significaba que tenían sus esperanzas puestas en que despertaran. Decidió colaborar.
—Entiendo. Si ese es su plan, los ayudaré. Yo me encargaré de los grandes; ustedes distraigan a los peque?os —dijo, fijando su mirada en las cuatro gigantes criaturas que se acercaban.
Los dos lo miraron, sorprendidos.
—?Vas a pelear con los cuatro? —preguntó la chica pelirroja, aleteando sus alas demoníacas—. Parecen más fuertes que antes.
Rías podía sentir un inmenso poder demoníaco dentro de Dante, y la intriga la invadió: se preguntaba qué tan fuerte era realmente.
“Grrooahhhh”
Los monstruos comenzaron a rugir nuevamente, habiendo completado su evolución. Los cuatro grandes se lanzaron a atacar con una velocidad asombrosa.
Dante miró a la chica demonio y le sonrió con confianza, alzando su espada al hombro.
—No hay problema… los tengo en la mira— habló dejándose caer hacia abajo — ?Jackpot!
Mientras sus palabras flotaban en el aire, Dante sintió el poder fluyendo a través de él. Sin dudarlo, se transformó: de su cabeza salieron cuatro cuernos, de su cuerpo se cubrió con una armadura robusta, con picos oscuros y que resplandecía con un destello naranja rojizo, y cuatro alas demoníacas emergieron de su espalda, expandiéndose con majestuosidad. Su presencia se volvió imponente, como si el mismo demonio estuviese presente frente a ellos.
Junto con su transformación, un viento cortante, casi como remolinos destellante surgieron alrededor de Dante, empujando a las bestias como si el mismo infierno las repeliera.
—?Con esta forma, puedo mantener a esos monstruos ocupados! —declaró Dante, lanzándose hacia el grupo de bestias más grandes con una determinación inquebrantable.
Rías contuvo el aliento al ver la transformación demoníaca. Aunque había conocido demonios poderosos, nada la preparó para la oscuridad radiante que ahora desprendía él. No pudo evitar preguntarse: ?qué clase de demonio era?
Reed, por otro lado, cerró los ojos ante esa escena y se volvió hacia Rías, que aún seguía impresionada.
—?No te distraigas! —le habló con firmeza—. Aún estamos en una mala posición.
Le dijo Reed, apuntando su arma a los monstruos que se arremolinaban debajo de ellos. Rías salió de su impresión al escucharlo y tomó acción defensiva.
Dante se elevó rápidamente, esquivando un ataque de una de las criaturas que lanzó una garra afilada hacia él. Con un giro ágil, se colocó detrás de la bestia y, con un movimiento fluido, desató un corte diagonal con su espada.
La hoja resplandecía, dejando estelas de energía naranja que cortaban el aire.
La criatura gritó de dolor, pero antes de que pudiera reaccionar, Dante se lanzó hacia otra, utilizando sus alas para ganar velocidad.
Las criaturas balanceaban sus gigantescas garras contra el demonio resplandeciente, dejando poco margen para el error. Los ojos de Dante brillaron con determinación mientras repelía sus ataques con movimientos precisos.
A pesar de ser masivos y feroces, los monstruos no podían igualar su velocidad ni su destreza. Con cada aleteo de sus cuatro alas, Dante esquivaba las embestidas y contraatacaba con una precisión letal, hendiendo sus gruesas pieles como si fueran papel.
Cada corte resonaba en el aire, y la energía que emanaba de su espada iluminaba el campo de batalla, creando un espectáculo de luces y sombras. Las criaturas, aunque furiosas, comenzaban a perder la coordinación, desorientadas por la rapidez de Dante.
—?Es hora de acabar con esto!— gritó, lanzándose hacia el centro del grupo de monstruos.
Con un grito de batalla, concentró su energía y realizó un movimiento devastador, generando una onda de choque que hizo temblar el suelo bajo sus pies. Las criaturas, incapaces de resistir, fueron arrastradas por la fuerza de su ataque.
Por otro lado, la chica pelirroja y el Dr. Richards optaron por contener a las criaturas que se amontonaban debajo.
—?Prisión de llamas!— gritó Rías, conjurando un círculo mágico.
Luego de eso, pilares de fuego demoníaco estallaron del suelo, encerrando a las bestias que intentaban alcanzarlos. Los rugidos siniestros llenaron el aire.
—?Tomen esto!— volvió a gritar, cruzando ambos brazos en forma de X.
Con un movimiento fluido, lanzó lanzas de energía carmesí hacia los ojos de una criatura, intentando incapacitarla nuevamente. Sin embargo, sus ataques parecían inútiles. Rías chasqueó la lengua, frustrada.
Mientras tanto, Reed se encontraba junto a la nave, disparando y dándole órdenes a la IA.
—?Computador, concentra el fuego en el centro de las llamas!— ordenó mientras esquivaba a los monstruos que saltaban por el centro de la prisión de fuego.
—“Se?or, queda 20% de energía en los ca?ones”— informó la IA.
—?Eso no importa! Solo concentra el fuego allí!— alzó su voz, reafirmando su orden.
La nave sobrevoló la prisión de fuego, concentrando su ataque en el centro.
Reed y la chica pelirroja luchaban con todas sus fuerzas para mantener a raya a los monstruos. Dante, por su parte, hacía retroceder a los grandes con habilidad, pero su cuerpo duro y su aura densa los hacían formidables.
—?No son rival para mí!— gritó, alzando la espada—. ?Toma esto!
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Un remolino de energía oscura se acumuló en la hoja antes de lanzar un tajo transversal que partió el aire como un relámpago rojizo. El corte impactó contra el torso de una de las criaturas, haciéndola retroceder con un aullido de dolor. Había logrado penetrar su cuerpo.
—?Qué te pareció eso!— exclamó, engreído por su haza?a.
Dante se lanzó a gran velocidad contra los otros, empujándolos con el aura de su espada.
Con cada segundo que pasaba el tumultuoso ambiente se llenaba más y más de tención. El sonido de rígidos y explosiones inundaban la atmósfera. Los monstruos retrocedían con cada embestida.
Sin embargo, Rías, aunque hábil, estaba al límite. Su “Prisión de Llamas” ardía con furia, pero las bestias más peque?as no dejaban de avanzar.
—?Maldición! ?Qué hay que hacer para derribarlas?— gru?ó la pelirroja, lanzando otro hechizo que apenas ara?aba la piel de las criaturas.
Reed, con el rostro tenso por el esfuerzo, seguía disparando mientras la IA de la nave informaba fríamente:
—"Energía de los ca?ones al 15%. Recomendación: retirada táctica."
—?No es una opción!— rugió Reed—. ?Dante está conteniendo a los grandes, pero si estas cosas pasan, todo se irá al infierno!
Rías escucho las declaraciones del doctor Richard. Su energía disminuía cada segundo, comenzó a perder la combinación pensando que todo su esfuerzo era inútil.
En ese momento, algo en el ambiente cambió.
Una de las bestias más grandes, la que Dante había herido, empezó a convulsionar.
Su cuerpo se retorció y de sus heridas brotó un líquido negro y espeso. De pronto, su piel se desgarró, revelando una segunda forma: más delgada, más ágil, con garras extendidas como cuchillas.
—?Mierda… evolucionó!— maldijo Dante, ajustando su agarre en la espada.
Un rugido escalofriante resonó en el aire, llenando a todos de terror.
Rías, al verlo, sintió un escalofrío.
Mientras contemplaba la metamorfosis, una sombra se abalanzó sobre ella con un rugido ensordecedor.
Sin tiempo para reaccionar, fue golpeada con una fuerza devastadora y cayó al suelo, aturdida.
—?Ahhh!— gritó Rías, el terror en su voz resonando en el aire.
—?Rías!— gritó Reed, al ver cómo su compa?era caía.
La situación se tornó crítica. Rías yacía en el suelo, vulnerable y con el aliento entrecortado.
Dante se volvió hacia ella con la intención de salvarla. Pero el monstruo que había evolucionado frente a todos lo golpeó con sus garras, mandándolo al suelo y haciendo que perdiera su forma demoníaca.
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El lo alto de la batalla.
Elizabeth se encontraba en lo alto, entregando todo de sí misma. Sus ojos heterocromáticos , el derecho, dorado como el amanecer; el izquierdo, azul gélido como un mar helado reflectaban una tormenta de emociones: furia, frustración, y algo mucho más oscuro.
La certeza de su fracaso.
—?Por qué...? —murmuró, su voz quebrándose—. ?Por qué no es suficiente?
Los minutos pasaban y por más que utilizara su poder, no ocurriría nada.
Sus manos, antes firmes y decididas, ahora flaqueaban, temblando ante la presión del momento. Este poder era especial; tenía la capacidad de sanar casi cualquier herida, y desde que lo descubrió, supo que era único.
Pero no aquella vez. No cuando más importaba.
–"?No te mueras! ?Por favor, no te vayas! ???Se?or Meliodas…!!!"
El recuerdo la golpeó con la fuerza de un martillo: la persona que apreciaba y quería, fría e inmóvil entre sus brazos, su sangre manchándole las manos, su nombre gritado una y otra vez hasta que solo quedó silencio.
No importó cuánto lo intentara, no hubo forma de cambiar el destino. Y si el destino de las dos personas frente a ella era el mismo que el de él, no podría hacer nada.
Empezó a convencerse de que no había salvación para ellos, de que su poder era inútil. Las esperanzas y expectativas que otros habían depositado en ella se sentían erradas, como si nunca debieran haber confiado en su capacidad.
El viento cortante y los rugidos de las bestias llenaban el aire, intensificando la desesperación que envolvía a todos. Allí, en lo alto, Elizabeth brillaba, en una luz sagrada que parecía inútil, extendiendo las manos en un gesto que solo acentuaba su impotencia.
Con cada segundo que pasaba, su voluntad se desvanecía, llevándose consigo la fe que una vez tuvo en sí misma.
—?Rías! —gritó una voz llena de preocupación.
El llamado del se?or Richards atravesó su frustración como un rayo. Abrió los ojos, sorprendida, y comprendió la gravedad de la situación.
Al girar la vista hacia abajo, el horror la envolvió: Rías Gremori, la chica demonio de la que se había hecho amiga, yacía en el suelo rocoso, rodeada de criaturas siniestras, a punto de ser asesinada brutalmente.
—no…por favor… —murmuró Elizabeth, un susurro cargado de imploración, casi como un deseo esperanzador que se perdía en el viento.
El tiempo se distorsionó. Cada detalle se grabó en su mente con cruel claridad: las fauces babeantes de las bestias, la sombra de sus garras, el brillo de terror en los ojos de Rías.
"Esto no puede estar pasando. No otra vez. ?Por favor, alguien… salven la!” suplicó en sus pensamientos, mientras veía la escena con impotencia.
Entonces, una mano cálida se posó en su hombro.
—Jeje. lo hiciste bien. Gracias por dar lo mejor de ti.
La voz era serena, pero cargada de una fuerza que le erizó la piel. Antes de que pudiera reaccionar, el aire estalló en un resplandor azulado.
Goku, se alzó como un faro en la oscuridad, su cabello azul electrizante, su energía ondeando como una llamarada divina. En un abrir y cerrar de ojos, se interpuso entre Rías y la muerte, su pu?o impactando con la fuerza de un meteorito.
Elizabeth contuvo el aliento. Por un instante, todo fue silencio.
—lo has hecho bien se?orita Elizabeth, puedes descansar tranquila ahora.
Otra voz le llegó a sus oídos, era grave pero desprendía calma, como un faro de esperanza para su débil confianza. Sintió un gran alivio en su corazón.
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El golpe la había tomado desprevenida, Rías yacía en el suelo rocoso, herida e inmóvil sintiendo como sus costillas ardían por el dolor. A su alrededor, un marea de auras negra se expandía, envolviéndola en una oscuridad opresiva. El sonido estridente de rugidos siniestros y gemidos resonaba en el aire, deseosos de desgarrar todo a su paso.
La chica, aturdida por el golpe, solo podía observar cómo los monstruos la rodeaban, intentando alcanzarla. Detalló el brillo amenazante de sus colmillos, que prometían despedazarla, y el filo de sus garras, que amenazaban con desgarrar su carne. Sus ojos horripilantes reflejaban un deseo insaciable de matarla, una sed de sangre que presagiaba una muerte dolorosa y sin piedad.
Rías intentó moverse, pero su cuerpo era un peso muerto, incapaz de responder. Con el corazón a punto de estallar, solo podía contemplar cómo la primera garra se alzaba, brillando bajo una luz inexistente, preparándose para clavarse en su pecho. El terror la invadió, y en ese instante, el tiempo pareció detenerse.
“?Por qué tenía que suceder esto?” pensó dejándose llevar por el miedo.
La garra de la criatura parecía moverse en cámara lenta, cada instante que pasaba era una eternidad.
Richards quien contemplaba la escena estiró sus brazos con desespero intentando llegar a ella antes de que sucediera lo peor. Dante estaba a unos cuantos metros tratando de recuperarse del golpe que recibió de la monstruosa criatura, se vio rodeado al igual que Rías por los más grandes que intentaban aplastarlo.
En medio de esa desesperación que había, un destello azul se reflejó en los ojos de la aterrorizada chica, y un aura cálida le invadió por todo su ser.
El rostro de la criatura que intentaba matarla se deforma bruscamente cuando un pu?o cubierto en una aura llameante lo impactado, haciendo que esta saliera disparada con fuerza hacia un lado con una onda de choque controlada.
Rías abrió los ojos con impresión total, viendo como un hombre apareció frente a ella defendiendo la.
El cruzó sus brazos en un rápido movimiento, y al instante siguiente los extendió, creando una onda más grande que hizo retroceder a las criaturas que los rodeaban.
—?No te preocupes, Rías! ?Yo te protegeré! —exclamó él con determinación, irradiando confianza.
Allí frente a la importante Rías Gremori estaba Son Goku. El destellaba un imponente brillo azul causando por su aura divina, su cabello una vez negro y desordenado, ahora era azul y erizado desafiando la gravedad haciendo contraste con el atuendo azul y negro que llevaba. su porte le daba una presencia imponente que desafiaba todo a su alrededor con una sonrisa confiada y desafiante.
Reed se detuvo viendo con asombro y con un gran alivió como el hombre de cabello azul ya despierto pudo proteger a la chica a tiempo.
Las criaturas rugieron al tener frente a goku, era como si ese rugido fuese para alguien a quien estuvieron buscando con recelo. Goku no se intimidó ni por un segundo y se puso en guardia, usando una postura de ataque que demostraba su habilidad y experiencia listo para atacar. Pero algo le hizo desistir.
—?g-goku?— habló la chica pelirroja. Su voz débil e incrédula le llegó a sus oídos.
Ante el débil llamado de la chica pudo
detallar la bien. Se encontraba seriamente herida y muy débil.
Goku dejó a los monstruos de lado, sin más decidió salvaguardar la primero. En un rápido movimiento la tomo con cuidado sobre sus brazos, al igual que como un príncipe llevaba a una princesa.
Los monstruos se lanzaron contra ellos pero fueron detenidos cuando un intenso calor los golpeó en forma de un Rayo de luz roja. Superman descendía desde el cielo de forma majestuosa e imponente, usando su visión calorífica para aplacar a las criaturas que se amontonaban cerca de goku y la malherida Rías.
—?Rápido, Goku, ponla a salvo! —habló con fuerza.
—?Si!—Goku asintió y alzó vuelo, sintiendo el peso de Rías en sus brazos.
Superman retrocedía a todos los monstruos empujándolos con su visión. Las criaturas más grandes también se alejaban por el impacto, dándole a Dante margen de maniobra.
—?Wow, eso sí que es una entrada! —murmuró Dante, admirado, mientras observaba a Superman en acción.
Ya recuperado, Dante se alzó hacia el cielo, flotando con sus poderes. Un aura oscura comenzó a emanar de él mientras preparaba su ataque.
Reed, por su parte, permanecía aun lado, observando la escena con la mente en ebullición, buscando una estrategia para salir de este caos. Fue entonces cuando Goku apareció a su lado, levitando con Rías entre sus brazos. Ella estaba inconsciente, pero su respiración era estable.
—?Las cosas parecen haber ido mal! —exclamó Goku, su energía divina envolviendo a la chica, brindándole la fuerza necesaria para recuperarse. Su mente divagaba en la frustración—. ?Por qué no puede ser todo más sencillo?
—?Como esta ella? —le pregunta con interés.
—Esta muy herida, pero va a estar bien.
Reed lo miró, comprendiendo la preocupación en su voz. Goku Intentó llevar a Rías con Elizabeth, pero ella le había advertido que el poder de la otra podría causarle un da?o considerable debido a su energía sagrada.
—tenemos que salir de aquí!— Indico goku.
—Eso es bastante obvio, ?no crees? —respondió Reed con ironía, su mirada fija en las criaturas que retrocedían gracias a Superman y a Dante en su forma demoníaca—. Estas criaturas son un verdadero problema. Se adaptan al entorno con una rapidez alarmante.
Goku, intrigado, observó a Dante. Sentía una aura familiar, similar a la de Rías, pero más intensa.
—?Quién es? —preguntó con interés.
—Es un aliado —respondió Reed, directo—. Llegó justo cuando estábamos en problemas. Su nombre es Dante.
—?Llegó desde fuera? —inquirió Goku, su curiosidad creciendo.
La gravedad fuera del domo era tan aplastante que ni siquiera Goku ni Superman podían soportarla por mucho tiempo.
Reed abrió los ojos, como si una revelación lo hubiera golpeado. En medio de la desesperación, había pasado por alto su mayor oportunidad. Dante había atravesado todo ese tumultuoso camino sin ser aplastado por la implacable gravedad. Allí estaba la respuesta para salir de este problema.
El Dr. Richards volvió su mirada hacia goku.
—Goku, tu campo de energía, ?qué tanto se puede extender? —preguntó Reed, su mente trabajando a mil por hora en un plan de acción.
Goku reflexionó ante la pregunta, recordando sus anteriores batallas.
—No estoy seguro, pero creo que podría hacer uno de unos kilómetros, tal vez. Pero tendría que usar mucha de mi energía si es para atravesar la gravedad de afuera —respondió, con un tono lleno de incertidumbre.
—Bien. Computador, prepara la nave para salir de la atmósfera —ordenó Reed a la IA, su voz firme y decidida.
Mientras la nave se preparaba, Reed miró hacia arriba, calculando rápidamente sus movimientos. Sabía que su nuevo aliado, sería crucial para lograr escapar del planeta a salvo.
—Dante!—llamó, atrayendo su atención—. ??Te unirías a nosotros en esto? Necesitamos tu fuerza para crear una salida!
Dante, aún con su aura demoníaca brillando intensamente, quedó confundido ante sus palabras. Pero sea lo que sea que el pudiera hacer, lo haría para salir de este lugar.
—?No se que planeas! ?Pero Cuenten conmigo. No dejaré que este lugar nos aplaste! —respondió con determinación, su voz resonando con poder.
—Entonces, ?vamos a hacerlo! —exclamó, su energía comenzando a fluir a su alrededor.
Con un plan en marcha y aliados a su lado, estaban listos para atravesar la gravedad que los detenía. Sin embargo algo los observa desde la distancia, analizando todo lo que ocurría.
Continuará.