Lejos de donde se encontraban ellos, una figura solitaria emergía en medio de la tumultuosa lluvia de gravedad exorbitante. Rodeado por un aura rojo de energía infernal, un escudo que parecía dise?ado para resistir la inmensa presión del entorno, se mantenía firme.
Sus ojos afilados se posaron en el horizonte distorsionado, un paisaje que parecía cambiar con cada segundo. Había llegado allí hace apenas unos minutos, sin razón aparente, y antes de que pudiera comprenderlo, se hallaba atrapado en esta lluvia gravitacional.
Una sensación desconocida lo invadía, una presión nunca antes experimentada que sus sentidos interpretaban como magnificencia. Esa extra?a vibración emanaba de una dirección específica, atrayéndolo con una fuerza irresistible.
Sin dudar, se lanzó hacia adelante a una velocidad moderada, utilizando su poder para repeler la gravedad aplastante que lo rodeaba.
Su mente estaba centrada en una única pregunta: ?qué carajos es lo que realmente sucedía en este extra?o lugar?
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Después de que una luz azulada cubriera el entorno, un domo de unos cien metros de altura se alzo y el ambiente distorsionado comenzó a recuperar su forma.
Aquellos que se encontraban resguardados en las esferas de energía se movieron rápidamente en cuanto estas se deshicieron.
Elizabeth y Rías corrieron, impulsadas por un solo pensamiento: auxiliar a sus compa?eros caídos.
El Dr. Richards se acercó a ellas, acompa?ado de un dron de apoyo.
Elizabeth se acercó cayendo de rodillas, colocó boca arriba y revisó a quien hace unos momentos hizo de todo para salvarles. Quedo en shock cuando cuándo miro la falta de vida en su rostro.
—?Se?or Richards! ?él …el se?or goku no está respirando! —gritó Elizabeth, su voz temblando de desesperación.
El rostro de Elizabeth estaba pálido, marcado por la angustia. Goku yacía frente a ella en el suelo, inmóvil, sin dar se?ales de vida. A su lado, estaba Rías de pie, observando horrorizada cómo la sangre escurría de los labios del guerrero.
—?No, por favor! —murmuró Rías, sus ojos llenos de angustia —. ?No puede ser!
Superman también que se encontraba a un lado en un estado crítico, inconsciente y vulnerable, igual que Goku. Ambos habían luchado con todas sus fuerzas, pero el peso abrumador de una gravedad implacable había resultado ser demasiado para ellos.
Habían agotado cada gota de energía en su intento por resistir, acercándose peligrosamente al borde de la muerte. Goku, en particular, parecía estar al borde de extinguirse, su vida pendiendo de un hilo.
—?Computador, dame un análisis se sus signos vitales y del da?o en sus cuerpos! —ordenó Richards, su tono firme a pesar de la desesperación que lo rodeaba.
El dron, del tama?o de un balón de baloncesto, que era de color negro y con apariencia de escorpión, se movió rápidamente hacia los dos héroes caídos. Desplegó sus brazos mecánicos, listos para escanear.
—“Detecto múltiples desgarros musculares y da?os en varios órganos internos” —respondió el dron, su voz fría y calculadora—. “El corazón de Goku presenta una fisura en la arteria braquial. Mis cálculos indican que no resistirá mucho tiempo si no se le trata de inmediato”.
Los presentes se quedaron en silencio, asimilando la gravedad de la situación. La presión del tiempo se hacía palpable.
Reed pensaba rápidamente en una solución pero sus pensamientos fueron interrumpidos.
— Elizabeth! —exclamó Rías, su voz temblando de ansiedad—. ?Tú puedes usar magia curativa! Necesitas usar tu poder mágico, ?por favor, tienes que curarlos!
Habló ella, sus palabras casi implorantes, dirigiéndose a la otra chica que aún permanecía en estado de shock.
Elizabeth estaba atrapada en recuerdos de su mundo, y la escena que se desarrollaba ante ella le resultaba dolorosamente familiar.
Tras escuchar la súplica de Rías salió del asombro. Elizabeth, despertando de su trance, aún de rodillas encontró la determinación en su interior.
—?Yo… yo lo intentaré! —asintió Elizabeth, la determinación brillando en sus ojos mientras extendía las manos hacia ellos.
Un aura dorada comenzó a envolverla, iluminando la penumbra del lugar. Su cabello se alzó levemente, revelando la eterocromia de su ojo derecho, que destellaba con un brillo decidido.
Reed, observando la escena con asombro, nunca había imaginado que la chica poseía tal habilidad.
—?Vamos, Elizabeth! —gritó Richards, animándola para que los salvara—. ?Da lo mejor de ti, no podemos perderlos!
A pesar del pánico que la invadía, una mirada de resolución se apoderó del rostro de Elizabeth.
—Confía en mí —susurró Elizabeth, su voz firme—. Haré todo lo posible.
Rías se alejó un poco, sentía escalofríos ante el poder que emanaba de Elizabeth, pero aún así decidió confiar en ella. Sabía que era su única oportunidad.
Las cosas se volvió en anticipación en espera a que el poder de la chica ayudara a los héroes caídos.
Pero como si la situación no fuese lo suficientemente mala… De repente.
“???GRRRRROOOOOOAR!!!”
Un rugido ensordecedor resonó en el aire, haciendo temblar el suelo bajo sus pies.
—?Q-qué rayos fue eso? —preguntó Rías, sintiendo un escalofrío que hacia temblar su voz.
La atmósfera tensa y desesperada que había prevalecido un instante antes cambió por completo a una de incertidumbre y miedo.
Aquellos que escucharon el estridente rugido se congelaron, paralizados por el peligro inminente y desconocido.
Dirigieron su mirada hacia el origen del sonido.
A muchos metros más allá del domo que los protegía, una figura titánica se cernía en el distorsionado horizonte.
Un monstruo de unos veinte metros de altura emergió de las sombras, sus ojos brillando con una intensidad aterradora y emanando un aura densa de oscuridad de su ser. Su cuerpo inhumano estaba cubierto de escamas oscuras, y sus garras afiladas reflejaban la luz del aura dorada de Elizabeth.
De él se desprendía un instinto asesino y un deseo de acabar con todo a su paso. Era una sensación que hacía que sus respiraciones se detuvieran.
Pero eso no era todo. Más figuras comenzaron a surgir a su alrededor; aunque eran más peque?as que el original, su presencia era igualmente amenazante. Esas peligrosas criaturas se acercaban poco a poco a pesar de la gravedad incalculable.
—?tiene que ser una broma! Justo en este momento —gritó Richards, retrocediendo instintivamente.
El Dr. Richards afilo sus ojos al ver a las criaturas. Entendió perfectamente lo peligroso que debían ser esos seres que se movían fuera del domo de protección que repelía la gravedad que podía aplastar a cualquiera.
El domo de energía que los mantenía a salvo no actuaba como una barrera impenetrable. En realidad, generaba un campo de antigravedad a su alrededor, lo que permitía que tanto los que estaban dentro como los que estaban fuera pudieran atravesarlo sin dificultad.
Sin embargo, una vez que el artefacto se activó, se convirtió en una trampa: no podían trasladarse a un lugar seguro, ya que desactivar el domo significaba perder su protección. Así, se encontraban atrapados, a merced de lo que acechaba más allá de su frágil refugio.
Consciente de la gravedad de la situación, su mirada se posó en los compa?eros caídos a su alrededor. Sin su fuerza, la esperanza de repeler a aquellas criaturas se desvanecía como el humo en el viento.
Las sombras de los seres se acercaban cada vez más, y si continuaban avanzando, no tendrían la oportunidad de enfrentarlos a todos de frente.
Reed, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, tomó una resolución firme. Con una convicción renovada, decidió asumir el liderazgo en esta lucha desesperada. Sabía que era el momento de actuar.
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—?Debemos proteger a Kal-El y a Goku a toda costa! —exclamó, dirigiéndose a las dos chicas—. Elizabeth, tienes que curarlos lo más rápido posible, o no sobreviviremos. Ellos son nuestra única oportunidad.
Las palabras de Reed resonaron en el aire, llenas de urgencia. El rostro de Dr. reflejaban una gran fe en la chica envuelta en el aura dorada.
Ella sintió el peso de sus expectativas y asintió con determinación.
Los monstruos lanzaron múltiples rugido, estando cada vez más cerca, como si hubiera olfateado el miedo en el ambiente.
Elizabeth, sintiendo la presión del momento, miró a los monstruo y luego a sus compa?eros caídos.
—?Si! —exclamó, su voz resonando con firmeza—. ?No permitiré que ellos mueran! ?Los curare a toda costa!
Con un profundo respiro, cerró los ojos y comenzó a concentrarse, canalizando su energía en una luz brillante que envolvió a Goku y Superman.
El Dr. Richards extendió su mano hacia la nave, recorriendo el trayecto hasta la cabina de armas, tomando un rifle de asalto MA5. Al tomar una de las armas, se volvió hacia Rías, la chica pelirroja.
—Se?oría Rías —dijo, su voz firme pero cargada de urgencia—, no sé qué tipo de habilidades posees, pero si pueden ayudarnos a ganar tiempo, te necesito conmigo.
La chica pelirroja se volvió hacia el Dr. Richards, dudo unos segundos, pero asintió.
—?de acuerdo! —respondió, su voz resonando con coraje mientras se envolvía en un aura roja y peligrosa —. ?Daré lo mejor de mi!.
Con su resolución firme, extendió sus alas de demonio, revelando su verdadera naturaleza. Ya no había tiempo para ocultarse.
Ella había decidido mantener un perfil bajo ocultando que era un demonio. En un principio creyó que sus aliados podrían tratarla de forma diferente si lo sabían. Aunque los demás ya tenían una idea de esto.
—?computador! —gritó Reed, levantando su arma—. ?eleva la nave hasta una altura segura! ?activa el protocolo de ataque, objetivos “criaturas hostiles”!
Al recibir la orden, la IA tomó control de los sistemas de la nave y comenzó a elevarse en posición de ataque preparando su ca?ones de energía.
Rías quien alzó vuelo con sus alas, conjuró un círculo mágico debajo de donde estaban Elizabeth y sus aliados caídos, y también se elevaron para estar a salvo. No sabían cuánto tiempo les tomaría reaccionar una vez que la chica los curara por completo.
—no dejes que se acerquen — indicó Reed. Su voz firme.
Con la mirada fija, observó cómo los monstruos de menor tama?o se acercaban al domo cerca de atravesarlo.
La tensión era palpable en el ambiente, como si en cualquier momento la zona se convirtiera en un campo de batalla sangriento.
Sin previo aviso, la batalla comenzó.
“?GRoaaahhhg! ?GRRRR! ?ROOAAAHHG!”
Las criaturas rugieron una vez más al atravesar la barrera, moviéndose con una velocidad aterradora que dejaba estelas negras a su paso.
Reed abrió los ojos, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo como un torrente. Sin pensarlo, se impulsó estirando su pierna hacia el aire esquivando la arremetida de una de ellas. Desde esa altura, comenzó a disparar su arma.
“?Bang, bang, bang!”
Las balas resonaron por todo el lugar, dando inicio al caos.
A su lado, Rías apretó los pu?os con determinación, mientras múltiples círculos con diferentes grabados de color rojo aparecían a su alrededor.
—?Tomen esto! —gritó con convicción, lanzando esferas rojas y elementos diversos hacia los monstruos.
Las explosiones vistosas de diferentes colores iluminaban el campo de batalla al impactar contra algunas de las criaturas en el suelo.
La nave inició su ataque, disparando ráfagas de plasma desde sus ca?ones, creando un espectáculo caótico que llenaba el aire de humo y destellos.
Dentro de todo el caos las criaturas comenzaron a saltar desde el suelo tratando de alcanzarlos, haciendo que ellos tomaran acciones evasivas mientras atacaban.
Reed se esforzaba por esquivar a los monstruos que saltaban desde el suelo. se movía por el aire gracias a los círculos Rías había conjurado como apoyo. Se movía estirado su cuerpo evitando por muy poco a las criaturas mientras usaba su arma.
A pesar de que sus disparos acertaban, no lograban atravesar la dura piel de las criaturas. Se irritó un poco al saber que sus conjeturas habían acertado.
—?Maldita sea! —exclamó, frunciendo el ce?o—. Mis conjeturas parecen ser ciertas.
—?Qué quieres decir? —preguntó Rías, mientras conjuraba más magia para defenderse y atacar.
—?La gravedad de afuera es demasiado alta. Que puedan resistirla sugiere que tienen una estructura demasiado densa en sus cuerpos!.
Rías entendió rápidamente y miró a su alrededor. Los monstruos no parecían recibir da?o de sus ataques.
—?Tal vez si combinamos nuestros poderes! —sugirió con urgencia—. Si yo distraigo a uno, tú podrías intentar un tiro preciso en algún punto débil como los ojos!
Expreso su idea con prisa. Reed asintió, creyendo que era una buena estrategia.
—De acuerdo, ?hagámoslo! —respondió, enfocándose en el monstruo más cercano.
—?Ahora! —gritó Rías, lanzando un rayo de energía que iluminó el cielo, atrayendo la atención del monstruo.
Aprovechando la distracción, Reed tomó una respiración profunda estirando su cuerpo para tener una mejor posición. ajustó su mira, listo para dar el golpe decisivo.
—?Toma esto! —gritó, apretando el gatillo con toda su fuerza.
Una ráfaga balas impactaron en el resto de la criatura, provocando un grito de dolor que resonó en el aire. Aunque el da?o fue mínimo, era un avance.
Reed se coloco junto a Rías empezando a combinar sus movimientos para incapacitar a los monstruos que cada vez más eran más numerosos. El aire se llenó con el sonido estridente de rugidos siniestros y explosiones exuberantes.
Elizabeth, en lo alto sobre el círculo mágico de Rías, estaba concentrada en curar a los dos combatientes frente a ella, estaba dando todo de sí. Le costaba más de lo habitual y no sabía por qué, pero no se rendiría.
—?Elizabeth! ??Cuidado!! —gritó Rías, su voz llena de preocupación.
Una de las criaturas había superado su defensa y se dirigía a la chica, con sus garras listas para atravesarla.
Elizabeth se volvió hacia la aterradora bestia que amenazaba con arrebatarle la vida. Reed y Rías intentaron dirigir su ataque para protegerla, pero parecía que no lograrían llegar a tiempo.
Estando tan cerca de ella, el monstruo fue repelido.
"Bang" resonó un disparo que atravesó el ojo de la criatura. Con un sonido estridente alzándose por encima del estruendo en el lugar.
Los que observaban se quedaron atónitos al ver cómo la bestia había salido volando hacia el suelo por una fuerza desconocida. Los monstruos rugieron con fervor, sintiendo una presencia poderosa cerca de ellos.
—?Lamento interrumpir su fiesta, pero me pueden dar un aventón? Es que me encuentro perdido! —la voz de un extra?o resonó por todo el campo de batalla, desafiando el estruendo.
Todos dejaron de atacar para mirar en la dirección del sonido. Al otro lado del campo, un hombre se destacó como un relámpago en medio de la tormenta sosteniendo una pistola.
Tenía el cabello de un blanco plateado que caía desordenadamente sobre su frente, dándole un aire rebelde y desenfadado. Sus ojos, de un intenso azul, eran expresivos, revelando una mezcla de determinación y un toque de melancolía.
Vestía una chaqueta de cuero roja que se ajustaba a su figura atlética, y debajo, una camiseta negra que resaltaba su físico tonificado y ágil. Sus pantalones de cuero oscuros eran prácticos, y sus manos estaban cubiertas por guantes que mostraban su fuerza. Y una gran espada reposaba en su espalda, como si estuviera esperando el momento adecuado para desatar su poder.
—?Vamos a hacer esto! —exclamó el desconocido, esbozando una sonrisa de suficiencia que desafiaba el caos a su alrededor.
No tenía ni la más mínima idea de lo que sucedía, pero algo estaba claro para él: los monstruos eran el enemigo a vencer.
Las criaturas se lanzaron en contra del extra?o con la clara intención de matar. A una velocidad impresionante empezó a disparar sus dos pistolas contra la criaturas que se abalanzaron contra el.
Cada disparo era imbuido con una energía infernal, hacia que la criaturas salieran volando hacia atrás.
—?Quién es ese? ?Es un aliado?—preguntó Rías, observando cómo el hombre arremetía contra las criaturas con una velocidad asombrosa casi sin esfuerzo.
Podía sentir un poder inmenso en él. No solo eso, percibía un aura familiar que le recordaba a su mundo. Reed también lo observó con atención, pero decidió dejar eso de lado por el momento.
—No importa quién sea, tenemos otro problema —respondió Reed, dirigiendo su mirada hacia la figura más grande que emergía de la oscuridad.
Allí, el monstruo más imponente cruzó el umbral, rugiendo con un estruendo que hacía temblar el suelo bajo sus pies.
Reed, junto con la nave y Rías, concentraron su fuego en el gran monstruo, dejando a los más peque?os al cuidado del desconocido de chaqueta roja. Dispararon con todo lo que tenían, intentando mantener a raya a la monstruosa criatura.
El hombre de cabello blanco, al observar la gigantesca bestia, comprendió que se enfrentaban a un gran problema. Si aquellos desconocidos se habían decidido a atacar al más grande, él tendría que encargarse de los peque?os.
Las criaturas de menor tama?o arremetían contra él a gran velocidad, poniendo a prueba todas sus habilidades. Eran numerosas y extremadamente rápidas. No importaba cuántas balas utilizara; parecía que nada funcionaba.
—?Son unos desgraciados bastante duros, eh!—les dijo, con fastidio, mientras desenvainaba su espada de la espalda.
Era una espada larga de dos manos, con una hoja ancha y de doble filo color negro brillaba con un destello amenazante. La empu?adura, peculiar, presentaba una guarda en forma de dedos y en el pomo tenía una especie de cristal naranja.
Con movimientos ágiles, esquivaba y atacaba, haciendo que las criaturas retrocedieran. Su espada danzaba en el aire, lanzando múltiples combos de forma agresiva. Aunque lograba acertar algunos golpes, no podía cortarlos.
—?Demonios! ?Cómo carajos se matan estas cosas? —inquirió para sí mismo, frustrado al ver que sus ataques no parecían hacerles mella
El monstruo más grande empezó su arremetida con una velocidad aterradora hacia todos ellos, que solo pudieron esquivar en el último momento.
—?Se?orita Elizabeth!... ??cómo va por su lado?! —le gritó Reed con un tono frenético mientras se estiraba para esquivar los ataques.
—??Necesito más tiempo, mi poder no tiene el suficiente efecto en ellos!! —respondió la chica, aún utilizando su energía.
—?Tenemos que salir de aquí!—dijo Rías, su voz cargada de urgencia mientras la batalla continuaba desatándose a su alrededor.
— No podemos —replicó Reed, con la mirada fija en el domo protector—. Este escudo es lo único que nos mantiene a salvo. Una vez activado, no puede moverse sin desactivarse. Solo podemos resistir hasta que ellos despierten.
Le informo a la chica pelirroja que lo miro con compresión. La nave empezó a tomar acciones evasivas evitando que el monstruo más grande le alcanzara. Inició su ataque nuevamente, disparando contra el rostro de la criatura.
“??GRRROOAAAAAHHHG!!” Resonó el rugido del monstruo mayor.
Todos quedaron paralizados al escuchar el sonido estridente que les cortaba la respiración.
Aquellos que lo escucharon contemplaron con horror e incredulidad como la criatura negra empezaba a dividirse en dos seres.
“GRRRAAh, ROAAAHHG, GRRIAAHHG" rugieron lo más peque?os.
El rugido de las criaturas esparcidas por el suelo resonó por todo el lugar mientras también iniciaban a dividirse en dos.
—?mirada! ?Esto solo puede empeorar! —gritó el desconocido de cabello blanco, sus ojos reflejando la incredulidad que sentía ante la situación.
Tanto el grupo conformado por el Dr. Richards, Rías y Elizabeth, y el extra?o comprendieron que las cosas habían empeorado un cien por ciento.
Su única esperanza era que los dos hombres caídos despertaran para darle vuelta a la situación.
Continuará